Ozzy Osbourne, ícono del heavy metal y figura irreverente del entretenimiento global, falleció a los 76 años tras una larga batalla contra el Parkinson. La noticia fue confirmada por la BBC y su familia, quien compartió un emotivo mensaje pidiendo privacidad. Su muerte marca el final de una era para el rock, apenas semanas después de su última presentación en el festival “Back to the Beginning” en Birmingham, donde se despidió de los escenarios junto a gigantes del metal como Metallica, Pantera y Guns N’ Roses.
Durante más de una década, Osbourne fue la voz y espíritu de Black Sabbath, grupo que definió el sonido del metal con riffs oscuros y letras cargadas de simbolismo demoníaco. Su tiempo en la banda estuvo lleno de excesos y conflictos, pero sus primeros discos se convirtieron en clásicos intocables del género. Su influencia se extendió a generaciones posteriores, y su entrada al Salón de la Fama del Rock and Roll en 2006 selló su estatus como leyenda.
Tras su salida de Sabbath en 1979, Ozzy inició una exitosa carrera como solista, colaborando con guitarristas icónicos como Randy Rhoads y Zakk Wylde. Fue tal su magnetismo que Sharon Osbourne, su esposa y manager, creó el Ozzfest, un festival que se volvió pilar del metal en los 90 y atrajo a miles de fans año con año. Su figura era sinónimo de espectáculo, rebeldía y energía desbordante.
Con el cambio de milenio, Osbourne reinventó su fama en la televisión gracias al reality The Osbournes en MTV, donde mostró su faceta más humana, caótica y divertida como padre de familia. El programa fue un fenómeno cultural y acercó su figura a nuevas generaciones, más allá del metal.
Ozzy se retiró oficialmente de las giras en 2023 por problemas de salud, pero nunca dejó de conectar con su público. Su legado abarca décadas de música, televisión y cultura pop, y su nombre quedará grabado como uno de los pilares del rock más intenso, auténtico y visceral que haya existido.
